domingo, 8 de febrero de 2009

Las lesbianas extremeñas ya pueden tener hijos biológicos en pareja

A través de una donación de ovocitos, entre las parejas legalmente casadas, una se convertirá en madre genética y la otra en gestante ayudadas por técnicas de reproducción asistida
Ambas podrán ser madres biológicas de sus hijos comunes. Una de ellas será la progenitora genética y la otra, la gestante. Se terminó la época de las imprecisiones, las lagunas legales y la incertidumbre sobre qué pasará con sus niños si a alguna de las dos le sucede algo. Afrontarán como pareja un proceso similar al de los 3.984 pacientes que en los últimos cuatro años han pasado por el Centro Extremeño de Reproducción Asistida (CERA), sin que su condición sexual suponga un trato restrictivo. Todo ello al amparo de la ley que permite el matrimonio homosexual en España y de una revisión de la de reproducción asistida.

Las lesbianas podrán cumplir así su sueño de tener un hijo con su compañera sentimental y que sea de ambas a todos los efectos y por derecho. El Ministerio de Sanidad anunció el pasado diciembre una revisión de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida, después de que un comité de expertos avalara la donación de óvulos en las parejas de mujeres homosexuales.

Ana Paredes Martín, homosexual y coordinadora del Foro Extremeño por la Diversidad Activo Sexual, considera que el paso es un logro y un salto adelante en la lucha por la igualdad. «Era muy importante que se revisase el contenido de la normativa para garantizar los derechos de las mujeres bisexuales y homosexuales en este campo. El hecho de que se nos vaya a permitir ser madres biológicas en pareja es trascendente. Considero que es necesario que se revise la ley, porque el lenguaje no está adaptado a lo establecido en la de matrimonios homosexuales. Existe una laguna que hay que solventar», afirma.

Consulta jurídica

Desde el CERA, su director Francisco García Malpartida, considera que ni siquiera sería necesario cambiar la legalidad vigente. «Éste es un tema muy delicado. Antes de que se legalizaran los matrimonios entre personas del mismo sexo, hemos tenido parejas de lesbianas que nos han pedido que les permitiéramos que una de las integrantes de la pareja fuera la donante del ovocito y la otra la receptora. Sin embargo, no podíamos hacerlo porque se violaba una de las premisas de la donación, y es que tiene que ser anónima. La diferencia empieza cuando están legalmente casadas o inscritas en el registro de parejas de hecho, porque entonces ya no se trata de una donación, sino del uso de los gametos dentro de la propia pareja, igual que en una heterosexual. No se considera donación que el marido le de el esperma a su mujer, de manera que ni siquiera sería necesario cambiar nada», opina García Malpartida.

Este especialista, que está al frente de la unidad dependiente del Servicio Extremeño de Salud desde hace 4 años, apunta que en alguna ocasión se han visto en la obligación de realizar alguna consulta a la asesoría jurídica «porque no teníamos muy claro qué hacer en el caso particular de las parejas homosexuales, cuando todavía estaba vigente la anterior ley de reproducción».

La realidad práctica ha cambiado bastante. «En la actualidad si acude a nosotros una pareja integrada por dos mujeres, y están casadas, al día siguiente entrarían a formar parte de la lista de espera. Si se inscriben como pareja de hecho, tendrán que esperar 18 meses hasta que se les reconozca como tal, lo cual es un poco absurdo porque supone una pérdida de tiempo. Si vienen simplemente como pareja, una de las dos, la que no se quede embarazada, no tiene ningún derecho sobre el niño», matiza García Malpartida.

Invisibilidad

De momento, no ha pasado por el CERA ninguna pareja homosexual que previamente haya legalizado su situación, según García Malpartida. La invisibilidad de este colectivo en la sociedad extremeña las convierte en 'rara avis' incluso a la hora de disfrutar de un derecho tan esperado como la posibilidad de compartir la maternidad biológica de sus retoños. Este periódico ha constatado la dificultad de encontrar un testimonio de una pareja homosexual que haya querido disfrutar de esta prestación. Haberlas, haylas pero es imposible convencerlas de que compartan con la opinión pública su experiencia y valoren el avance que supone para el colectivo estos nuevos horizontes de derecho.

Desde el servicio Plural de la Fundación Triángulo de Extremadura, Pablo Cantero explica que los pilares de la socialización y la sexualidad en Extremadura han sido y siguen siendo a día de hoy masculinos y heterosexuales, y esto dificulta la visibilidad y la integración de los homosexuales, más todavía si son mujeres. Son las conclusiones del estudio 'Necesidad y bienestar de las mujeres lesbianas en el medio rural' para el que se analizó la experiencia de 40 mujeres con esta orientación sexual que viven en zonas rurales de la región.

Ana Paredes Martín interpreta para HOY esto datos: «La invisibilidad de las lesbianas y de las mujeres bisexuales en Extremadura es enorme, mucho mayor que en otras comunidades autónomas, por el hecho de vivir en un medio rural. Estas mujeres se enfrentan cada día al miedo, al desprecio de la gente y de sus propias familias. A la dificultad de no encontrar trabajo o a un despido.Las lesbianas le plantan cara a un doble obstáculo en la región: su condición sexual y su género. y eso les resta independencia. Si analizas los datos del paro en la región, la mayoría son mujeres, de manera que una unidad familiar integrada por féminas difícilmente se puede permitir el lujo de perder su trabajo por asumir públicamente su identidad sexual», argumenta esta mujer valiente.

Estas dificultades hacen que se 'camuflen' y quieran pasar desapercibidas para la sociedad en general.

Francisco García Malpartida explica así que su paso por las consultas de CERA suele estar registrado como el de cualquier otra madre soltera, porque son muy pocas las que reconocen abiertamente su condición sexual.

Una estimación calcula que de las 50 pacientes extremeñas que han optado, desde la apertura del centro extremeño, por intentar ser madres sin compañeros, un 30% son homosexuales, aunque el porcentaje de quienes asumen públicamente su condición es mucho más inferior.

«La verdad es que para nosotros no es determinante si son o no lesbianas, puesto que no tiene ninguna trascendencia a nivel clínico. Aquí vienen como mujeres solas, de manera que damos por hecho que son heterosexuales», explica García Malpartida. «Sólo cuando vienen con otra mujer, solemos preguntar si son o no pareja para informarles de que, si están legalmente casadas, ambas pueden estar implicadas en el proceso a todos los efectos. Pero ese es el único interés por saber su condición sexual, en todos los demás sentidos, son una paciente más, y punto».

El debate social y moral surge a la hora de establecer si es ético o adecuad' sufragar los gastos de este grupo de mujeres, que en principio no tienen ningún problema reproductivo.

«Hay mucho debate sobre el tema. Porque, efectivamente, la ley les ampara, pero el hecho de si debe ser financiado o no por la sanidad pública, es otro tema. Ellas no tienen ningún trastorno en su capacidad reproductiva, por lo que hay comunidades autónomas en las que no se les atiende en los centros públicos. En Extremadura, junto a otras regiones como Galicia y Andalucía, sí se sufraga», explica García Malpartida.

El especialista matiza, sin embargo, que la mayoría de ellas no necesitan recurrir a la fecundación in vitro para quedarse embarazadas, y la inseminación artificial resulta más que suficiente, por lo que resulta menos costoso.

Semen a la carta

Todas ellas lo tendrán más fácil a la hora de elegir el semen para la inseminación, porque dispondrán un campo mucho más amplio para elegir. La ley actual establece que las parejas heterosexuales tendrán que elegir aquel semen que tenga «la mayor compatibilidad fenotípica o con el entorno familiar de la mujer».

El semen no suele ser demasiado caro. El precio oscila entre los 300 y los 150 euros. Este importe no está, de momento, subvencionado por el Servicio Extremeño de Salud. «En mi opinión personal, esto debería cambiar. Igual que financiamos un trasplante renal, deberíamos hacer lo propio con esto», observa García Malpartida.

Los requisitos que se les suelen exigir a estas madres son los mismos que a todas las demás. Tienen que ser mayores de 18 y menores de 40, porque por encima de esa edad las posibilidades de éxito son bajas.

Las puertas de la Ley y de la ciencia están abiertas, aunque las de la mente de muchos extremeños continúen cerradas.

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