sábado, 21 de marzo de 2009

El Papa y los preservativos

Empezó mal el viaje apostólico del papa Benedicto XVI al África, que pretendía llevar al paupérrimo continente "una palabra de consuelo y esperanza". Ni consuelo ni esperanza, porque el Santo Padre acaba de enviar a los africanos un mensaje equivocado: que el condón no evita el contagio de sida y, al contrario, "aumenta los problemas". Por ende, la única prevención es "oración y abstinencia".

Pero, más realista que el Papa, el Evangelio acepta que el ser humano ha de crecer y multiplicarse, función esta última que explica el apetito sexual y sus consecuencias. Una de ellas, sin duda, es que el sexo irresponsable puede acarrear consecuencias indeseadas, como esa peste que afecta a 22,5 millones de personas en el África subsahariana. Para evitar que se extienda, es necesario desplegar una batería de recursos. A quienes les baste orar y abstenerse, magnífico. Pero, como solo una minoría acude a la receta vaticana, también conviene adelantar campañas educativas y proponer medios sanitarios para dificultar el contagio.

El empleo del preservativo figura entre los más recomendables. La Iglesia condena muchas prácticas sexuales, desde el onanismo hasta la píldora anticonceptiva, y en ese sentido el Papa, al atacar el condón, no hace más que afirmar la doctrina católica. Es entendible: sus deberes de pastor lo impulsan a plantear el imperativo moral contra el preservativo.

Esto, sin embargo, es válido solamente para los católicos y, sobre todo, no lo autoriza para sustituir a los investigadores y ofrecer consejos expertos a las víctimas. No es científicamente cierto que el uso del condón sea inseguro, ni que aumente los problemas del sida. Ya el cardenal Alfonso López Trujillo, q. e. p. d., había dicho que los espermatozoides son capaces de atravesar el látex poroso del preservativo, extravagante teoría que mereció general descalificación de los especialistas.

Proporciones guardadas, esta situación se repite ahora con el Papa. La Organización Mundial de la Salud ha tenido que salir a desmentirlo y algunos de los más expertos científicos califican las palabras de Benedicto como "un paso atrás en materia de salud educativa". Como dijo un activista camerunés: "El Papa vive en el cielo y nosotros, en la Tierra".

Haría bien la Iglesia en limitar su cátedra exclusivamente al terreno de la moral. Cada vez que se enfrenta a la ciencia -Copérnico, Darwin, las células madre- pisa en falso y pierde credibilidad.

Fuente: editorial@eltiempo.com.com


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